Un artículo, que debería ser himno escrito por Sascha Radetsky , bailarín del American Ballet (sí, y el chico de la película «El ritmo del éxito/Center Stage´´) para Newsweek magazine en 2008 . Original aquí
No me juzgues por mis mallas
Ser un bailarín de ballet implica pelear con muchos estereotipos. Pero las satisfacciones de mi trabajo no tienen límite.
En un día normal de trabajo, manejo a esbeltas y adorables mujeres, participo en duelos o me deleito siendo un personaje exótico. Me muevo como un gimnasta o un luchador de artes marciales y represento al más vil de los culos o al más caballeroso y apasionado de los amantes. Aumento constantemente las fronteras de mis capacidades físicas, y mejoro mi mente con una capacidad de concentración y aprender rápido. Cuando llega la noche, mezclo el movimiento dinámico y la capacidad de contar una historia con la grandeza de una orquesta en directo.
Sí, estoy orgulloso de mi profesión. Pero, me encuentro ligeramente a la defensiva cuando digo a la gente lo que hago. Cómo una especie de plaga incurable, el estereotipo del hombre bailarín se ha enquistado en nuestra mentalidad cultural. Pioneros como Baryshnikov o Nureyev pudieron haber abierto algunas mentes, pero sus días hace mucho que pasaron, y a pesar de los nobles esfuerzos de algunos líderes del ballet actual para exponer a un público nuevo a nuestra forma de arte, todo una nueva generación mira al baile masculino con una visión sesgada. Algunos de mis compañeros de trabajo son extranjeros; en muchos países los bailarines masculino son tenidos en más alta estima. Yo estudie en Rusia un año, y siempre me maravilló la manera en la que los rusos celebran a sus artistas, ya pertenezcan a la danza, a la música o a las letras. Pero soy americano, y quiero vivir en mi propio país, como bailarín, con algo de respeto.
El aspecto más irritante sobre el estereotipo del bailarín masculino es la insinuación velada de que, de alguna manera, nos falta fuerza de carácter o un espíritu valiente. Hombres o mujeres, todos los bailarines soportan un entrenamiento agotador desde una edad muy temprana, y constantemente tratan con lesiones y fatiga. Pero los bailarines masculinos deben de poseer un tipo especial de voluntad y fortaleza si quieren convertirse en profesionales, ya que, como los peces nadando a contracorriente, tenemos que pelear con la corriente de desprecio a penas velado que gran parte de la sociedad alberga por nuestro camino profesional. En nuestra cultura, a las niñas se les anima a tomar clases de ballet, pero los chicos no reciben ese tipo de apoyo, salvo por parte de los profesores de ballet, o de padres excepcionalmente favorables. El chico que persevere en la danza debe tener un hambre genuino por ella, debe de estar excepcionalmente motivado y dedicado, y debe de conseguir ser verdaderamente resistente ante las habladurías.
Empecé a tomar clases de ballet cuando tenía 5 años. Mis padres, abiertos de mente, pensaron que sería una buena manera de canalizar mi comportamiento revoltoso. Tras unos años, me había enganchado. Me encantaba la fisicalidad y, por supuesto, las chicas, pero también aprendí que no todo el mundo reconocía el valor de la danza de la manera que lo hacía yo. No recuerdo la primera pelea que tuve por ser un chico que tomaba clases de ballet, pero recuerdo pelear mucho y a menudo hasta que me di cuenta que quizás debería guardarme para mí mis actividades extracurriculares. Pero el ballet era suficiente recompensa a pesar de un labio hinchado o un ojo morado, y emergí de mis años de entrenamiento de danza más concentrado que nunca. My pasado no es inusual entre mis compañeros americanos- comparte historias similares de desaprobación, acoso e incluso violencia. Pero estas experiencias sirvieron para endurecer nuestra resolución y desarrollar el valor. Se que siempre puedo contar con algunos de mis colegas de las danza como apoyo- ! me guardarían las espaldas¡ Irónicamente, el estereotipo del bailarín blandengue ha servido para crear bailarines que son cualquier cosa menos eso.
Es frustrante que me sienta obligado a exaltar y describir los rigores de mi profesión. Tan sólo me gustaría hacer sabido de el camino de un bailarín masculino no es necesariamente fácil- cómo con cualquier camino que realmente merezca la pena- pero las recompensas pueden no tener límite. Me siento afortunado por haber podido descubrir una vocación que me ha permitido vislumbrar la gran profundidad deI potencial humano, tanto físico como mental, y me ha dado la oportunidad de dar alegría a tanta gente en tantos sitios distintos. Siento que existe un honor en dedicarse alas artes, al mundo de la danza, en el reino de los bailarines masculinos de ballet.
La exposición al ballet es todo lo que se necesita para abrir las mentes, porque la combinación del movimiento atlético, el drama ardiente y la bella música puede instilar una profunda apreciación entre la público. Pero, para aquellos de vosotros que aún os sentís obligados a malignizar a los bailarines masculinos con verdades a medias y estereotipos mezquinos, quizá sea hora de que vayamos a la calle. Yo me dejaré las mallas puestas.
Sascha en «Prodigal Son´´, Fotografía: Angela Sterling
PLE___NI___TUD!!!
OLEEEEEE!!!!!! Siempre me ha encantado este chico, hablando alto y claro 🙂
No me puedo creer que todavía se cuestione la sexualidad de los bailarines o que se le den más importancia a las mallas que al hecho «sencillito» de tener que levantar cincuenta kilos con un brazo.
Es una pena el desconocimiento que hay del ballet y que nombres como Nacho Duato, Angel Corella, José Martínez sean más conocidos fuera de España que en su propio país. Eso por no mencionar a otros superlatinos como Joaquín de Luz, Roberto Bolle, Carlos Acosta o el retirado Julio Bocca.
Cualquiera de ellos puede dar lecciones de atletismo.
El problema, yo creo, sigue siendo más de apariencia que de sexualidad, que si, que es muy viejo y es una pena, pero los estereotipos se basan en el exterior. Cómo dice el propio artículo, la exposición al ballet es todo lo que se necesita para abrir mentes.
Un apuntillo, Joaquin de luz es madrileño también
Excelente artículo. Muy cierto. Lo voy a recomendar. Saludos!!!
Es una lástima que todavía pese ese esigma sobre los niños que desean ser bailarines de ballet. A veces ni la misma familia los entiende. Pero ocurre en otras profesiones tambien (soy cirujana gral,) y la verdad que me costó muchísimo poder llegar al título(se sabe que los cirujanos deben ser HOMBRES,je,je,je) Así que comprendo muchísimo a los chicos que quieran bailar ballet. solo les digo si es lo que aman …entonces no se dejen vencer!
Lily
¿De dónde proviene el error, o errata de «judges», en vez de «judgues», que si no me equivoco, sería el giro «gramatical» de «judgar..Por lo demás el artículo brillante y muy motivador y agradable para la «comunidad Balletómana» que os seguimos. Saludos.
Uppss, la falta proviene del inglés, sin duda…. ya lo he corregido, gracias por la atención
Gracias Silvia, enterado. Ya me lo temía. saludos y sigue informándonos a los sinceros aficionados «Balletómanos». Saludos.
Te juro Silvia que tarde unos cuantos segundos en darme cuenta del significado del titular. Incluso pensé en un «nuevo» término balletístico. Saludos y bravos…
Repentizando tras darle vueltas, aún me seguia resuiltando algo «raro»; hasta que caí en «juzgues» (cosas de nuestro español-castellano, que estan «rico» y tiene tantos recovecos y variantes), tampoco es correcto «judgues», con «d», sino con «z»; de «juez», derivaría «juzgar».
En la práctica del español escrito, pueden solaparse los términos correctos, sin querer, no por ignorancia, sino por la propia dinámica e inmediatéz de lo que escribimos. En éste caso tambien me sugestioné con la primera escritura de «judges», derivada segun parece, del «inglés», mientras que en nuestro querido idioma cervantino, sería como queda dicho: – «No me juzgues…».
Felicidades! Amo el ballet y los bailarines y bailarinas se merecen todo el respeto.