Un post conjunto, dedicado a dos museos, el Museo Estatal de la Música y el Teatro de San Petersburgo (que ya visité el año pasado, y dediqué este post) y el Museo Estatal del Teatro A.A Bakhrushin de Moscú (web).
Cómo decía, ya conozco bien el museo peterburgues, pero, unos días antes de partir hacia Moscú, no pude resistirme a renovar la visita.
El museo ha recibido algo de dinero (quizá por subir los precios, ya que esta vez aún con mi carnet de estudiante rusa no pude pasar gratis), y unas pantallas interactivas, además de letreros en inglés facilitan la visita al extranjero.
No fotografíe la colección permanente porque se puede ver en el post del año pasado, pero, igual que ese año había una exposición sobre Diana Vishneva (fotos aqui), este año la exposición se titulaba «Bellezas del teatro ruso´´. Nuevamente disculparme por la mala calidad de las fotografías, realizadas con mi teléfono movil (ya que olvidé el cable de mi cámara, y no quería guardarme las fotos hasta la vuelta), y un poco a escondidas porque tanto en San Petersburgo cómo en Moscú no contaba con el billete fotográfico, aunque intenté hacerme con él. Pero espero que mi mal pulso impulse a alguien a acercarse a hacer una visita de verdad a estos museos.
La exposición consiste en una habitación, decorada con retratos de bellas del ballet, de la ópera y del teatro. Nuestras bellas fueron, Anna Pavlova, Tamara Karsavina, Mathilde Kchessinskaya, Olga Spessitvseva y, si mal no recuerdo, Maria Petipa.
Hace unos días, en mi preocupación por encontrar con qué ocupar mi tiempo en Moscú, encontré gracias a mis amigas el Museo Teatral A.A Bakhrushin, y esta mañana me dirigí hacia él. El museo se sitúa en la calle Bakhrushin, indicado desde el metro Pavelskaya, en un palacete con aire gótico y ladrillos rojos.
Sí quería pensar que me dirigía a hacer una visita al pasado, nada mejor que la atmósfera durmiente que me recibió. Abriendo la (pesada) puerta del palacete, me encontré frente a una taquillera durmiente que apenas entreabrió los ojos al oir el sonido de mi entrada. Al segundo de mis » ¡Zdravstvuite !» (hola), la buena mujer despertó del sueño el suficiente tiempo para entregarme mi billete (gratis gracias a mi carnet de estudiante de San Petersburgo), pero n0 para darme el billete para la fotografía (100 rublos), ya que ninguna de las dos teníamos cambio.
El museo está en renovaciones, al menos con una habitación cerrada. Primero, una de las mujeres que vigilaban las salas (todas de edad muy avanzada, cómo es costumbre en los museos pequeños) me dirigió al sótano a la exposición dedicada a una escultora de porcelanas (piensen Lladró a la rusa), pero enseguida subí deseosa de comenzar la visita. Allí tuve que explicarle a la señora que había intentado comprar el permiso de fotografía, pero la taquillera no me lo había podido dar por no tener cambio de 1000 rublos. Esto hubiera debido de ser más fácil, de no ser porque yo había olvidado cómo se dice en ruso mil, pero al ir a sacar la billetera para explicárselo a la vieja usanza la señora me sonrió y me dejó ser.
El museo no tiene rótulos en inglés, así que recomiendo algo de conocimientos de cirílico o un ojo avizor, ya que las pareces están llenas de fotografías y cuadros muy interesantes, y uno corre el riesgo de perdérselas porque no en todas las ocasiones están separadas de las de ópera.
La habitación en la que más tiempo pasé fue la dedicada al Romanticismo, inconfundible por su lado izquierdo dedicado a la Taglioni, Grissi, y el resto de divas de la época. La señora encargada de vigilar la sala entabló conversación conmigo, sorprendida de ver a una chica visitando el museo sin ningún grupo, y contándome de buena gana cómo hacía unas semanas había venido una chica italiana parecida a mí, ¡y también sola!. La señora me enseñó la habitación, y cuando me senté delante del televisor que mostraba extractos de distintas obras de repertorio (de poca calidad, pero bastante variedad), se encargó de subir el sonido para que pudiera disfrutar de la música. Fue algo parecido a mi primera visita al Museo en San Petersburgo, parece ser que a las señoras que se encargan de cuidar el museo les resulta curioso ver aparecer a una chiquilla bronceada (es decir, de tono descaradamente no local, por mucho que aquí gustan los rayos uva) sola chapurreando ruso y anonadándose delante de cada punta .
Fotografías de los dos museos, primero de Moscú y luego de San Peterburgo (nuevamente, perdonen la mala calidad) :
- Entrada al museo de San Petersburgo
- petersburgo
- Petersburgo
- Petersburgo
- Peterburgo
- petersburgo
- Recuerdos de Pavlova
Y con esto termino este post un poco improvisado, desde el wifi de un Starbucks cercano al Bolshoi antes de volver a refugiarme al apartamento que me han prestado en el extrarradio sur moscovita. Esta tarde ha incluido mucho escribir, ya que estoy escribiendo el siguiente artículo para el próximo número de la revista DanzaBallet. La semana que viene espero visitar la casa museo de Galina Ulanova, y el Museo Glinka de la Música, así que aparecerán por aquí.
[…] el museo a través de internet , pues es una rama del museo Bakrushin que ya visité. De hecho, por internet se puede realizar una visita virtual de 360º del apartamento. Pero, para […]